
Colectivo
de Comunicaciones
Cáceres.
En tres: la historia del Cáceres minero, en las palabras de un viejo campesino
No queda de más decir que nuestro municipio ha cambiado a causa del oro y su explotación en la trayectoria de nuestra historia, empecemos por mirar años atrás, nuestro municipio contaba con una población que dedicaba su vida al campo, la pesca y la ganadería, como dice don Adán Londoño “éramos cacereños criados con yuca, ñame, plátano, ají, chopo y suero”.
Don Adán es un hombre de pocas palabras pero de gran corazón, criado toda su vida en Cáceres, trabajador y testigo del comienzo de la explotación del oro. En sus sabias palabras y con la seriedad que muestran sus canas nos cuenta que la explotación del oro en nuestro municipio ha pasado por tres fases.
La primera fase fue artesanal a mediados de los 70s empleada por algunos campesinos cacereños que veían el oro como una forma fácil de vida y como nuestra tierra es, o era rica en oro, se les facilitaba el trabajo. Fue tanta la ambición de tener oro, que la forma de vida de los cacereños comenzó a cambiar.
Fue así que paso a segunda fase la explotación del oro empleada por trabajadores artesanales o comúnmente llamados barequeros, cuya actividad apuntaba motores a mediados del año 1972. Los explotadores del metal obtuvieron mejores resultados y los pobladores mejores formas de vida, es así como dejaron atrás la ganadería y el campo para emprender camino a la explotación del oro.
Paso el tiempo y ya en el municipio no era común ver a un campesino emprender su camino a pies descalzos y con sus cañas de pescar hechas con ramas de totumo hacia el Río Cauca, o un campesino recoger las cosechas de sus huertas o peor aún, ver a un finquero vender su ganado. En fin, fue una fase que acabo casi por completo las tradiciones del pueblo y sin duda abrió campo a la tercera y última fase.
En la tercera fase cuenta don Adán Londoño, la minería acabo casi por completo esas rutinas campesinas, ya el pico, la pala, la barra y el barretón no eran usados para plantar un árbol sino para abrir campo a una nueva forma de vida.
Como el tiempo pasa y la moda lo acompaña, se empleó otra forma de explotación del oro a mediados del 1982, esta forma era más moderna y eficaz, empleaba maquinas que mostraban un mayor desempeño y una mayor rapidez a la hora de obtener el preciado metal, esto gracias a don Luis Martínez un hombre venezolano que el destino lo trajo a nuestras tierras y que su llegada cambiaría la cara de la moneda del pueblo.
Ya nuestro municipio tenía veredas con menos necesidades a satisfacer, se convirtió en un pueblo con buena economía cambiando las necesidades por vicios como el alcohol y con ello la llegada de la prostitución. Los alimentos ya eran enlatados y traídos desde muy lejos, los hombres pasaron de campesinos a imitadores de personajes del mundo, hoy día vemos cómo de color rosa, pasamos a color de hormiga.
Hoy pagamos el precio del llamado progreso que con su llegada se llevó mucho y nos dejó poco.
“Quien iba a pensar que un comienzo marcaría un final”.
Jefferson Andrés García
